Es una de las técnicas que se han vuelto más populares en medicina estética y cada vez son más los pacientes que acuden a este tratamiento para mejorar el estado de su piel pero, ¿sabemos qué es, en qué consiste y cómo puede ayudarnos? Te respondemos a estas y otras preguntas en este artículo. ¡Sigue leyendo!
Lo primero que hemos de saber es qué son las plaquetas. Pues bien, estas son células que juegan un papel fundamental en la coagulación de la sangre. En su pared contienen unas proteínas con un alto poder regenerativo y restaurador de los tejidos: los factores de crecimiento. Esta característica ha sido aprovechada por muchas áreas de la salud y especialmente en el ámbito estético.
Las plaquetas se encuentran en pequeñas concentraciones en nuestra sangre por lo que aquí nos topamos con la primera de las cuestiones. El medio en el que esas plaquetas y factores de crecimiento pueden encontrarse en una alta concentración es el plasma.
Son muchas las ventajas que esta técnica presenta frente a otras. Aquí destacamos algunas de las más importantes:
Para poder realizar este procedimiento es necesario extraer sangre del propio paciente. Esta se anticoagula y centrifuga. Este proceso permite separar, por medio de la fuerza giratoria, líquidos de diferentes densidades. En este caso separa las plaquetas ricas en factores de crecimiento del resto de la sangre. Todo ello se realiza en un circuito cerrado para evitar que la sangre quede expuesta a cualquier contaminación.
En principio, cualquier parte de nuestro cuerpo puede ser tratada mediante esta técnica, aunque su aplicación en medicina estética se realiza sobre todo en la zona de las mejillas, cuello, línea de la quijada (mandíbula), zonas perioculares, escote, manos y brazos. El tratamiento se suele indicar cada cuatro semanas y en, al menos, tres ocasiones. De todas formas, el procedimiento se personaliza en función del estado de la piel y los objetivos del paciente. Aunque cada caso es diferente, los efectos del tratamiento suelen durar alrededor de 18 meses.
La aplicación del PRP resulta especialmente eficaz para el rejuvenecimiento cutáneo. Los factores de crecimiento inciden sobre la tersura y elasticidad de la piel. Al inyectar PRP de forma subdérmica, estimulamos la producción de colágeno, elastina y tejido epidérmico. Esto hace que el plasma rico en plaquetas sea efectivo en las zonas de mayor flacidez. Con todo ello se consigue una piel más joven. La aparición de las temidas arrugas es uno de los síntomas más evidentes del envejecimiento. Los factores de crecimiento tienen un efecto regenerador y modelador sobre las mismas, todo ello, sin mencionar que la sustancia utilizada en la técnica es obtenida del propio paciente.
Como verás, el tratamiento con plasma rico en plaquetas ofrece unos resultados más que notables en la lucha contra el envejecimiento. Esta técnica está avalada por una gran cantidad de estudios científicos que corroboran tanto su eficacia como su seguridad.
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